Cuando empezamos a tomarnos en serio el cuidado de nuestro cuerpo, buscando perder esos kilos que nos sobran y tonificándonos, a menudo pasamos desapercibido el cuidado de nuestra propia mente.
Es imprescindible considerar la importancia de mantener un equilibrio entre tiempo que dedicamos a nuestro cuerpo y tiempo que dedicamos a nuestra mente, procurando trabajar sobre todo el estado de ánimo y la autoestima.
Es normal que, hoy en día que nos vemos en un mundo lleno de competencia y de prisas, acabemos estresados, lo que se traduce a una menor constancia a la hora de afrontar nuestras decisiones como por ejemplo seguir una dieta sana o practicar un determinado deporte o ejercicio físico. Cuando llegamos a casa no tenemos fuerzas, pero el caso es que no se trata de cansancio físico en sí, sino que mentalmente nos establecemos un muro que nos dificulta hacer lo que verdaderamente nos hemos propuesto.
Esto es un arma de doble filo, ya que no sólo no cuidamos nuestro cuerpo como deberíamos, sino que al día siguiente nos sentimos mal por no haberlo hecho. Siempre utilizamos excusas para justificarnos en el momento, y hacemos lo indecible por creerlas, pero al final todo queda en un aumento mayor de ese muro.
Por ello es imprescindible trabajar nuestra mente y lograr conseguir hacer lo que nos proponemos, sin excusas y haciendo ese pequeño esfuerzo que, en pocas semanas, se habrá traducido en una liberación personal.
Además, para poder tener una mente limpia y clara, es imprescindible realizar las actividades que nos hacen felices como pasear, quedar un rato con amigos o visitar a familiares, hacer trabajos manuales, tocar un instrumento, etc., pero es igual de importante trabajar nuestras emociones, manteniendo una vida equilibrada y sintiéndonos satisfechos de los logros conseguidos. No estamos siempre igual en cuanto a estados mentales, por lo que en cada momento tenemos que adaptarnos y hacer lo que nos pide el cuerpo; por ejemplo, cuando estamos con mucha energía, puede que nos apetezca dar un paseo por el campo con los amigos, cuando estamos enamorados, escuchar canciones de amor, cuando estamos tristes, buscar esa actividad que nos levanta el ánimo, pero sin la necesidad de negarnos la tristeza, puesto que es un estado normal del ser humano.
En definitiva, tenemos que encontrar ese equilibrio entre mente y cuerpo, preguntando primero al cuerpo qué es lo que necesita en un determinado momento y actuando en consecuencia cuando es necesario.