En verano son muchos los peligros que nos acechan, y por ello debemos prestar una atención especial a nuestro comportamiento frente a las agresiones externas. Ésa la razón por la que hoy vamos a analizar algunas de ellas para evitar riesgos innecesarios.
Protegernos del sol
En verano, el sol produce una radiación mayor, y además solemos permanecer más horas expuestos al mismo, por lo que, aún más si cabe, hay que extremar las precauciones.
El sol es bueno para la salud, pero si nos excedemos podemos acabar teniendo problemas como insolaciones, deshidrataciones e incluso aparición de tumores en la piel que pueden llegar a ser malignos.
Ésa es la razón por la que debemos utilizar una crema protectora que cuente con un factor de protección adaptado a nuestra piel, ya que vale más la pena nuestra propia salud que estar morenos.
También hay que proteger los ojos utilizando gafas de sol de calidad (las económicas pueden incluso llegar a dañar nuestra vista), utilizar gorras o sombreros y en general cubrir nuestro cuerpo siempre que nos sea posible.
El problema de la deshidratación
Otro factor importante de riesgo es la deshidratación, ya que pasamos muchas horas bajo el sol y generalmente contamos con una mayor actividad ya que practicamos algún tipo de deporte, paseamos, etcétera.
Es indispensable que bebamos el agua necesaria y siempre que tengamos sed para poder recuperar lo que hayamos perdido. Por otra parte, también recomendamos aguas que cuenten con minerales, ya que no sólo perdemos líquidos sino también algunos nutrientes importantes para nuestra salud.
También hay que prestar atención
En general deberemos llevar mucho cuidado y protegernos ante insectos e incluso ante medusas o los excesos que solemos llevar a cabo durante estas fechas a la hora de comer e incluso de beber alcohol.
Si tenemos en cuenta estos aspectos nos garantizaremos unas vacaciones perfectas.